Sangre y rapiña
La crisis desprendida por el
COVID 19 ha llegado a afectar todas las
esferas de la actividad humana. Los medios de comunicación, desde su omnipresencia, son el canal, el filtro y el testimonio de lo que
está pasando por fuera de nuestros lugares de reclusión, por fuera de lo que no
es tangible, real. Entonces se crea una realidad alterna, mediática,
construida, para desgracia del crédulo pueblo, no inocentemente, sino guiada
por directrices gubernamentales que si bien están obligadas a crear e
implementar mecanismos de protección para la ciudadanía, también permiten que
prácticas afincadas en nuestra idiosincrasia salgan a flote y aprovechen la
actual coyuntura para dejar salir su vileza: la corrupción, que en su
voracidad, se descubre y nos muestra los mecanismo mediante los cuales se
están, literalmente, robando el país, una práctica recurrente y hasta normal en
nuestra triste historia patria.
Analicemos algunas de las cosas
que están pasando mientras estamos encerrados en nuestras casas viendo el mundo
que nos están inventando los noticieros:
El primer escándalo, que pasó de
agache en los noticieros, es el de Ingreso Solidario. Un dinero destinado para
ayudar a hogares en situación de pobreza que no sean beneficiarios de otros
programas sociales del gobierno nacional como 'Familias en Acción', 'Colombia
Mayor', 'Jóvenes en Acción' y 'Devolución del IVA'. La forma de acceder a este
beneficio se hace a través de una página web ingresando el número de cédula del
favorecido. Lo sorpresivo es que con el ingreso de cualquier número,
cualquiera, se hace usted acreedor al subsidio de 160.000 $ que, además, se puede
cobrar hasta 48 veces, es decir que cada ladrón de cuello blanco, con un solo
número de cédula, puede meterse en el bolsillo 768.0000 $. No solo eso, los nombres
y números de cédula que se han utilizado no solo son inventados, también hay
números de documento de identidad de personas muertas, y de supuestos usuarios que
reciben dinero en un departamento viviendo en otro. Todos estos nombres
pertenecen a una base de datos que también está siendo utilizada para acceder a
recursos del ICETEX, del Bienestar Familiar y que están registrados incluso en
la Registraduría Nacional, lo que indica que estas cédulas falsas fueron usadas
en las pasadas elecciones, como las presidenciales, de las que se han ido
destapando escándalos de compra de votos, como lo denunció Aída Merlano y como
se ha descubierto a través del escándalo de la “Ñeñepolítica”, donde, a través
de audios interceptados legalmente, se demuestra que narcotraficantes
financiaron en los departamentos del César y la Guajira la campaña de Iván
Duque.
Las gobernaciones y alcaldías
están dando mercados, a través de contratistas que ellos mismos escogen a dedo, a las familias que por cuenta
de la cuarentena no han podido tener ingresos y requieren ayuda inmediata para
poder comer. Sin embargo, se descubrió que los mercados están sobre
facturados, es decir, que los productos los hacen pasar por un valor más alto
para poderse robar la plata que sobra. Se han iniciado investigaciones en 8
departamentos. De 800 mil millones de pesos, según la Procuraduría, hay más 80
mil millones de pesos de sobre costos. Aparece facturada, por
ejemplo, una sola lata de atún por 20.000$ y una libra de arroz en 5.000$.
Algunos gobernantes, además, aprovechan la oportunidad para hacer propaganda política, otros, haciendo pasar las ayudas como propias, como si los recursos salieran de sus bolsillos, cuando todo el dinero proviene de los impuestos que pagamos todos los
días los ciudadanos de a pie. ¡Nos están robando a todos!
Con el dinero que se roban, lo
ladrones de cuello blanco educan a sus hijos en el exterior, luego ellos vienen
a gobernarnos, a burlarse de nosotros y a seguir robando.
Aprenden a robar de generación en generación, perpetuándose en el poder.
Aunque la mayoría de las
personas permanecemos encerradas en nuestras casas, hay grupos armados que
están aprovechando la situación de emergencia para seguir cometiendo crímenes
atroces, por ejemplo, asesinando líderes sociales en todo el país, imponiendo
la ley del miedo y afianzando su poder territorial, económico, político e
ideológico a punta de bala.
Según cifras de Indepaz, en
este primer trimestre del año han sido asesinados 72 líderes y defensores de
derechos humanos. Estos datos son alarmantes, especialmente porque las cifras
se han incrementado respecto de años anteriores: en 2017 se registraron 20
asesinatos, en 2018, 46 y 25 en 2019 (único año en el que las cifras bajaron).
Pero, las preguntas que debemos hacernos son: ¿Por qué los matan? ¿Quién los
mata? ¿Por qué el gobierno no reconoce un ataque sistemático contra ellos? ¿Por
qué el gobierno no los protege? ¿Por qué se han incrementado sus asesinatos
desde la firma de los acuerdos de paz entre las FARC y el gobierno de Juan
Manuel Santos y por qué se han aumentado desde que en el poder están Duque y,
sobre todo, los uribistas? ¿Por qué siempre que se ha intentado hacer la paz,
excepto con los paramilitares, se han presentado asesinatos masivos contra los
desmovilizados? ¿Por qué alguien quiere matar a personas que trabajan por la
protección de los derechos humanos?
¿Y la prensa? ¿Y los noticieros?
Creando pánico, miedo, ocultando y alabando irresponsablemente a los
gobernantes. RCN, el defensor histórico
del uribismo y Caracol, abriendo en sus emisiones en un espacio de 6 a 7 para
que el presidente lave su deteriorada imagen, oculte información y transmita en
vivo como si fuera un héroe salvador, escondiendo la torpeza e incompetencia no
solo suya sino la de su jefe y la de su equipo de trabajo, repartiendo supuestas
ayudas con el dinero que ha salido del bolsillo de los colombianos, el dinero
que se siguen robando en medio de la crisis que vivimos.
Porque aquí todos quieren robar
y sacar provecho de una situación que debería unirnos como país, como especie.
Pero no, primero la rapiña: los comerciantes incrementando el precio de los
productos básicos; las alcaldías y gobernaciones robándose la plata de los mercados
incrementando su costo real; otros (¿quiénes?), ganando subsidios del gobierno
de Ingreso Solidario, de AIS, del ICETEX, de Profamilia, de Familias en Acción,
del SENA y de cuanto programa gubernamental se cree con bases de datos fraudulentas que incluyen nombres de, por ejemplo, personas muertas; los bancos, recibiendo dinero del gobierno y prestando plata a los
pequeños y medianos empresarios (a las tiendas de barrio y a pequeños negocios
que, a su vez, también incrementan los precios de los productos que venden) para quedarse con los intereses
y no perder ni un solo peso; otros, como el Estado, representado en este gobierno, pescando en río revuelto:
pidiendo al Fondo Monetario Internacional 10.800 millones de dólares para
afrontar la crisis. Sin embargo, después de analizar el panorama, surge una
pregunta: ¿Cuánto de ese dinero, con el que se endedudará Colombia, y que
tendremos que seguir pagando los colombianos de a pie, se destinará realmente a ayudar a los más necesitados y no a
seguirle patrocinando la vida de lujos a los corruptos de siempre, a los que
nos gobiernan y roban generación tras generación sin que nada les pase?
No duermas, no tengas miedo,
porque mientras duermes, mientras temes, otros aprovechan para robarte el
futuro, para seguir arrullando el sueño de los
que, sin quererlo, somos o hemos sido cómplices con nuestra indiferencia.
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