sábado, 11 de abril de 2020

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Sangre y rapiña


La crisis desprendida por el COVID 19 ha llegado  a afectar todas las esferas de la actividad humana. Los medios de comunicación, desde su omnipresencia, son el canal, el filtro y el testimonio de lo que está pasando por fuera de nuestros lugares de reclusión, por fuera de lo que no es tangible, real. Entonces se crea una realidad alterna, mediática, construida, para desgracia del crédulo pueblo, no inocentemente, sino guiada por directrices gubernamentales que si bien están obligadas a crear e implementar mecanismos de protección para la ciudadanía, también permiten que prácticas afincadas en nuestra idiosincrasia salgan a flote y aprovechen la actual coyuntura para dejar salir su vileza: la corrupción, que en su voracidad, se descubre y nos muestra los mecanismo mediante los cuales se están, literalmente, robando el país, una práctica recurrente y hasta normal en nuestra triste historia patria.

Analicemos algunas de las cosas que están pasando mientras estamos encerrados en nuestras casas viendo el mundo que nos están inventando los noticieros:


El primer escándalo, que pasó de agache en los noticieros, es el de Ingreso Solidario. Un dinero destinado para ayudar a hogares en situación de pobreza que no sean beneficiarios de otros programas sociales del gobierno nacional como 'Familias en Acción', 'Colombia Mayor', 'Jóvenes en Acción' y 'Devolución del IVA'. La forma de acceder a este beneficio se hace a través de una página web ingresando el número de cédula del favorecido. Lo sorpresivo es que con el ingreso de cualquier número, cualquiera, se hace usted acreedor al subsidio de 160.000 $ que, además, se puede cobrar hasta 48 veces, es decir que cada ladrón de cuello blanco, con un solo número de cédula, puede meterse en el bolsillo 768.0000 $. No solo eso, los nombres y números de cédula que se han utilizado no solo son inventados, también hay números de documento de identidad de personas muertas, y de supuestos usuarios que reciben dinero en un departamento viviendo en otro. Todos estos nombres pertenecen a una base de datos que también está siendo utilizada para acceder a recursos del ICETEX, del Bienestar Familiar y que están registrados incluso en la Registraduría Nacional, lo que indica que estas cédulas falsas fueron usadas en las pasadas elecciones, como las presidenciales, de las que se han ido destapando escándalos de compra de votos, como lo denunció Aída Merlano y como se ha descubierto a través del escándalo de la “Ñeñepolítica”, donde, a través de audios interceptados legalmente, se demuestra que narcotraficantes financiaron en los departamentos del César y la Guajira la campaña de Iván Duque.


Las gobernaciones y alcaldías están dando mercados, a través de contratistas que ellos mismos escogen a dedo, a las familias que por cuenta de la cuarentena no han podido tener ingresos y requieren ayuda inmediata para poder comer. Sin embargo, se descubrió que los mercados están sobre facturados, es decir, que los productos los hacen pasar por un valor más alto para poderse robar la plata que sobra. Se han iniciado investigaciones en 8 departamentos. De 800 mil millones de pesos, según la Procuraduría, hay más 80 mil millones de pesos de sobre costos. Aparece facturada, por ejemplo, una sola lata de atún por 20.000$ y una libra de arroz en 5.000$. Algunos gobernantes, además, aprovechan la oportunidad para hacer propaganda política, otros, haciendo pasar las ayudas como propias, como si los recursos salieran de sus bolsillos, cuando todo el dinero proviene de los impuestos que pagamos todos los días los ciudadanos de a pie. ¡Nos están robando a todos!

Con el dinero que se roban, lo ladrones de cuello blanco educan a sus hijos en el exterior, luego ellos vienen a gobernarnos, a burlarse de nosotros y a seguir robando. Aprenden a robar de generación en generación, perpetuándose en el poder.


Aunque la mayoría de las personas permanecemos encerradas en nuestras casas, hay grupos armados que están aprovechando la situación de emergencia para seguir cometiendo crímenes atroces, por ejemplo, asesinando líderes sociales en todo el país, imponiendo la ley del miedo y afianzando su poder territorial, económico, político e ideológico a punta de bala.

Según cifras de Indepaz, en este primer trimestre del año han sido asesinados 72 líderes y defensores de derechos humanos. Estos datos son alarmantes, especialmente porque las cifras se han incrementado respecto de años anteriores: en 2017 se registraron 20 asesinatos, en 2018, 46 y 25 en 2019 (único año en el que las cifras bajaron). Pero, las preguntas que debemos hacernos son: ¿Por qué los matan? ¿Quién los mata? ¿Por qué el gobierno no reconoce un ataque sistemático contra ellos? ¿Por qué el gobierno no los protege? ¿Por qué se han incrementado sus asesinatos desde la firma de los acuerdos de paz entre las FARC y el gobierno de Juan Manuel Santos y por qué se han aumentado desde que en el poder están Duque y, sobre todo, los uribistas? ¿Por qué siempre que se ha intentado hacer la paz, excepto con los paramilitares, se han presentado asesinatos masivos contra los desmovilizados? ¿Por qué alguien quiere matar a personas que trabajan por la protección de los derechos humanos?



¿Y la prensa? ¿Y los noticieros? Creando pánico, miedo, ocultando y alabando irresponsablemente a los gobernantes.  RCN, el defensor histórico del uribismo y Caracol, abriendo en sus emisiones en un espacio de 6 a 7 para que el presidente lave su deteriorada imagen, oculte información y transmita en vivo como si fuera un héroe salvador, escondiendo la torpeza e incompetencia no solo suya sino la de su jefe y la de su equipo de trabajo, repartiendo supuestas ayudas con el dinero que ha salido del bolsillo de los colombianos, el dinero que se siguen robando en medio de la crisis que vivimos.

Porque aquí todos quieren robar y sacar provecho de una situación que debería unirnos como país, como especie. Pero no, primero la rapiña: los comerciantes incrementando el precio de los productos básicos; las alcaldías y gobernaciones robándose la plata de los mercados incrementando su costo real; otros (¿quiénes?), ganando subsidios del gobierno de Ingreso Solidario, de AIS, del ICETEX, de Profamilia, de Familias en Acción, del SENA y de cuanto programa gubernamental se cree con bases de datos fraudulentas que incluyen nombres de, por ejemplo, personas muertas; los bancos, recibiendo dinero del gobierno y prestando plata a los pequeños y medianos empresarios (a las tiendas de barrio y a pequeños negocios que, a su vez, también incrementan los precios de los productos que venden) para quedarse con los intereses y no perder ni un solo peso; otros, como el Estado, representado en este gobierno, pescando en río revuelto: pidiendo al Fondo Monetario Internacional 10.800 millones de dólares para afrontar la crisis. Sin embargo, después de analizar el panorama, surge una pregunta: ¿Cuánto de ese dinero, con el que se endedudará Colombia, y que tendremos que seguir pagando los colombianos de a pie, se destinará realmente a ayudar a los más necesitados y no a seguirle patrocinando la vida de lujos a los corruptos de siempre, a los que nos gobiernan y roban generación tras generación sin que nada les pase?  

No duermas, no tengas miedo, porque mientras duermes, mientras temes, otros aprovechan para robarte el futuro, para seguir arrullando el sueño de los que, sin quererlo, somos o hemos sido cómplices con nuestra indiferencia. 



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